Los asistentes al taller de producción y realización de documentales sobre la naturaleza impartido por el matrimonio Haft (Jan y Melanie) en la Universidad de Navarra hemos tenido la oportunidad de visualizar y analizar dos tipos distintos de películas, a saber, las de ámbito geográfico y los de temática ecológico-ambiental. ¿Qué características son las que los diferencian?
Cintas como la dedicada a los Alpes o la presentada al festival Telenatura este año (que tiene por objeto la tundra noruega) se encuadran dentro de la categoría de documentales de ámbito geográfico. En ellos lo central es la flora y/o fauna de un lugar concreto, por lo que todas (o casi todas) las imágenes deben haber sido grabadas en la zona en cuestión. En este sentido, las referencias a lugares específicos dentro de la propia historia son fundamentales.
Asimismo, la propia temática tratada implica en estos casos una serie de inconvenientes en cuanto al enfoque se refiere, entre los que destaca uno: el hecho de verse los autores limitados en la grabación de las imágenes y la configuración del guión por unas fronteras no naturales, sino políticas, artificiales. Además, al menos en el caso de los Haft, estas películas se realizan por encargo, no por iniciativa propia, y eso se nota, sobre todo, en el tratamiento estético y en la unidad del relato.
Ambas características están más trabajadas en el segundo tipo de documentales, a saber, los de temática ecológico-ambiental, tales como el del bosque (que ganó el premio a mejor película en el festival Telenatura hace un par de años) y el del campo de amapolas. En efecto, en ambas la identidad artística de los autores se encuentra mucho más plasmada en sus características estéticas: los tipos de planos, el tratamiento de la luz, etc.
En ambas, a diferencia de lo comentado respecto a las anteriores, la localización geográfica específica deja de ser importante y por tanto no se mencionan lugares concretos reconocibles por el espectador; de hecho, las imágenes pueden perfectamente haberse grabado en zonas diversas. Aquí lo trascendental más bien es mostrar las características concretas de un tipo de hábitat, no dónde se encuentre en el mundo real el escenario que aparece en pantalla.
Igualmente, el guión presenta una mayor cohesión, todos los aspectos están conectados. Lo que se quiere contar en estos casos es una historia, por lo que se percibe una carga dramática mucho mayor. El hecho de que sea un tema que apasione a los propios documentalistas y tengan más libertad de acción favorece el que puedan centrarse en uno o dos “personajes principales” (un ratón, una abeja, etc.), construyendo el relato a su alrededor.
En definitiva, las diferencias entre estos dos tipos de documentales se pueden resumir en tres, muy relacionadas entre sí: la localización de las imágenes, el realizarlo por encargo o por interés propio y la cohesión narrativa del relato.
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