martes, 18 de octubre de 2011

Terapias psicológicas y dolor crónico (artículo)

EL DOLOR Y LA MENTE

Terapias psicológicas para tratar las dolencias crónicas

Uno de cada cinco europeos sufre algún tipo de molestia crónica (es decir, que se prolonga durante más de tres meses). En el caso de aquéllos que tienen dolor lumbar, sus tratamientos suponen un coste anual de entre el 1,7 y el 2,1% del Producto Interior Bruto. Pero existen otras consecuencias importantes, más allá de las económicas: las psicológicas. En España, el 29% de las personas con dolor crónico sufre además depresión, por no hablar de otros trastornos como la ira, la ansiedad...

Para tratar el problema en todas sus dimensiones existen terapias psicológicas, que se emplean tanto de forma aislada como en conjunción con las técnicas tradicionales. Las más empleadas y eficaces son las denominadas “técnicas cognitivo-conductuales”. Constan de un conjunto de sesiones en las que se les explica a los pacientes una serie de puntos: la relación entre dolor y tensión, la importancia de saber manejar la propia atención y las emociones, de marcarse objetivos, etc. Además, se realizan ejercicios prácticos relacionados con lo visto en las propias sesiones y se recomiendan otros para realizarlos en casa.

Pero ésta no es la única terapia de este tipo que existe. Hay otras que también son significativas:

La relajación busca romper el supuesto vínculo vicioso entre el dolor y la ansiedad, reduciendo ésta última al mínimo posible. Hasta ahora sólo ha dado resultado en casos de cefalea.

El “biofeedback” intenta restablecer los sistemas naturales de regulación del cuerpo, presuponiendo que el dolor se debe a un fallo en éstos. Ayuda a aquéllos que padecen cefaleas (sea por un problema de tensión o por migrañas) y, en algunos casos, a los que sufren trastornos temporomandibulares (es decir, los que tienen afectados los músculos y/o las articulaciones que conectan la mandíbula inferior al cráneo y ayudan a masticar).

El uso terapéutico de la hipnosis se basa en la idea de que las emociones, pensamientos y conductas tienen un papel clave en el fenómeno del dolor. En algunos casos su acción equivale a la de las técnicas de relajación, pues ayuda a reducir la ansiedad; en otros, su potencial curativo supera al de aquélla, especialmente si se combina con otras terapias o se da un efecto placebo.

El objetivo de las técnicas operantes es reducir y eliminar el factor conductual del dolor; en otras palabras, se trata de minimizar las quejas, los cambios posturales, las expresiones faciales y los intentos de evitar actividades habituales que podrían producir dolor. Para ello se diseña un programa gradual, aunque con los estudios realizados hasta el momento aún no puede concluirse que sea efectivo.

La efectividad de la terapia de aceptación y compromiso en casos de dolor crónico tampoco puede considerarse indudable todavía, aunque se han registrado buenos resultados en algunos estudios. Como su propio nombre indica, su propósito es lograr que el paciente acepte el sufrimiento y deje de intentar evitarlo. Se ha comprobado que aquéllos que lo consiguen muestran menos emociones negativas, declaran un nivel más bajo de intensidad de dolor y presumen de una mejor calidad de vida.

Por último, a la escritura emocional la avalan la mayoría de estudios, aunque éstos son escasos y todos ellos recientes, pues se trata de una técnica novedosa. Se basa en la afirmación de que el paciente que describe su propio dolor siente que éste se reduce.

Estas técnicas psicológicas pueden ayudar al 11% de españoles que sufre algún dolor crónico. La duración e intensidad de éste es mayor en su caso que en el de los afectados de la mayoría de países europeos. Estadísticamente, es muy probable que el lector conozca a alguna de esas personas. Si es así, quizás pueda recomendarle estas terapias.

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